Ya
lo había leído y te había hecho algunos comentarios, pero ahora, en la calma de
unos días de vacaciones retomé el libro por una de esas razones que en realidad
no tienen nada de razón, sólo son esas ganas inexplicables que aparecen y a las
que uno no se puede negar.
María Cristina, un nombre, una mujer que claramente es el espejo de las
mujeres, porque todas hemos sentido alguna vez, aunque sea una fracción de lo
que esta mujer vive en las páginas del libro.
Más allá del feminismo, del género, del marcar la diferencia entre hombre
y mujer, pienso que hay una esencia que se comparte, y en el libro se refleja
de manera clara y verdadera esa esencia de la mujer, porque todas llevamos algo
de María Cristina.
Quién no se ha cansado alguna vez de tratar de sostener el mundo en los hombros
para que no aplasten a otros, y yo creo que no es sólo como esposa o madre el
sacrificio, ya que es una actitud de querer protegerlos a todos, de tener todo
bajo control, aunque en realidad nuestra vida se pierda entre brumas sin rumbo.
El libro me gustó, y si bien hay muchas cosas que no entendía claramente, me
gustó una frase que pusiste al final “Eso de escribir con los sentidos es una
distancia a la hora de hacerlo pensando en lo que la masa quiere ver en las
líneas que he tratado de presentar”. Es un pensamiento algo
vanguardista, y con eso queda claro que no era raro que hubiesen cosas
que no descifrara, ya que es mucho más difícil sentarse a leer un libro hecho
del corazón que nace de las entrañas, que un libro lógicamente escrito, y esto
porque el primero precisa que nosotros, los lectores, tengamos que conectarnos
con nuestros sentimientos más profundo también, y eso asusta, pero la historia
de María Cristina ayuda a lograrlo, y eso es algo muy importante ya.
Como
te había dicho antes, los diálogos cibernéticos me encantaron, ¿quien no espera
un príncipe que posea esa sensibilidad?.
Es divertido porque no pude imaginarme el rostro del príncipe, sólo veía un par
de manos escribiendo en un teclado negro, en una habitación u oficina con un
par de cuadros en las paredes, muy ordenada, algunos libros, y con una ventana
con vista hacia un lugar del horizonte. Un príncipe maduro, de edad
precisa, no muy expresivo pero con sus ojos como libro abierto que no todos
logran leer. Esa es la imagen, pero un rostro definido,
imposible.
Eso de la narración
primero y luego el intercambio por el “chat” hacen que el libro no sea parejo,
tiene diferentes ritmos y hace que la lectura no sea monótona, ayuda a que la
mente viaje por diferentes lugares y la imaginación se dispare.
El libro permite conocernos, porque nos hace preguntarnos
si manejamos las mismas culpas y miedos que la protagonista, si estamos paradas
sobre el mismo filo y en como lograr romper barreras y “fluir”.
Espero que este comentario un poco más elaborado, más
pensado y meditado te sirva, de verdad, me gusto mucho, y creo que es un libro
que identifica a todas las mujeres, y que puede permitir que los hombres
comprendan muchas cosas. Quizás no todos lo logren, porque requiere de un
leer más allá de términos extraños que puedan aparecer, requiere atención para
no dejar pasar por alto el mensaje que está entre las palabras, lograr
descubrir la esencia del libro que te digo en la primera lectura no había
conseguido, pero que ahora si logre, y me hizo pensar mucho.
Sigue adelante, espero el próximo …
Con cariño
Marielita.
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